¿Es Carmona el único culpable?


Lo primero que a la mente viene, cada vez que la palabra «fraude» se deja colar en el contenido de cualquier noticia, guarda relación con la necesidad de «condenar» al farsante. Hay que castigar a quien no es honesto a como dé lugar, so pena de que, en algún momento y por cualquier vía, los reflejos de esas acciones ilícitas decidan tocarnos la puerta.

En esta oportunidad, y esto no es, per se, una novedad, vuelve al tapete el asunto de los cambios en las edades e identidades de los jugadores de béisbol latinoamericanos.

El lanzador de los Indios de Cleveland, Fausto Carmona, fue arrestado en la República Dominicana cuando salía del Consulado de los Estados Unidos en su intención de renovar su visa de trabajo. Hasta este punto, nada relevante. Lo que si destacó posteriormente, fue la determinación de que Fausto… no era Fausto, sino Roberto, y que su apellido no era Carmona, sino Hernández.

Si, igual que otro dominicano, Leo Nuñez, quien resultó ser Juan Carlos Oviedo. O muy parecido a la «maduración repentina» de Bartolo Colón y Rafael Furcal, a quienes se les determinó que tenían mucho más años de los que confesaron y reflejaron en su documentación a la hora de la firma con sus organizaciones de MLB.

Desde el punto de vista «legal», las acciones a tomar en cuenta, claramente deberían orientarse al procesamiento y eventual castigo a los infractores, aunque en el caso de Núñez tal sanción no apareció en razón al «pacto» que hizo con las autoridades, que incluyó el suministro de datos necesarios para desmantelar la red de falsificadores de identidad que le ayudó en su momento.

Mentir, no es bueno. Delinquir, tampoco. Y desde esa perspectiva, todo aquel que transgreda las disposiciones establecidas en materia de identidad mediante métodos fraudulentos, claramente debe sufrir alguna consecuencia.

Sin embargo, sería útil escudriñar en el entorno de estos «muchachos» y en su necesidad compulsiva de mentir en relación a sus datos filiatorios.

1- El ambiente en el que crecen muchos de estos atletas, es realmente preocupante. Normalmente provienen de familias numerosas, con muy pocos recursos académicos y en condiciones sociales y económicas absolutamente deplorables. Suficiente miseria ven muchos desde su nacimiento, como para no titubear a la hora de «decir una mentirilla blanca» que los saque de la pobreza extrema. Total, es mejor un mentiroso con talento que «sólo» alteró su fecha de nacimiento (y en algunos casos, su nombre real) que un criminal obligado a cometer delitos de mayor factura para granjearse el alimento propio y de su familia. Familia, en las que el padre sólo apareció para engendrarlo y posteriormente, abandonarlo, agravando notablemente el cuadro ambiental de crecimiento.

2- La «competencia» entre ellos mismos tiende a ser brutal. Habrá que disponer de todos los recursos posibles, para que él sea el elegido entre miles de similar característica. La presencia de buscadores de talento en áreas latinoamericanas, es cada vez más grande. Muchos de esos «scouts» prefieren concentrarse en los peloteros «recomendados» o de calidad comprobada, que dedicarle tiempo a «hurgar entre la maleza» a ver si de sus averiguaciones y análisis, sale alguna sorpresa o algún diamante en bruto que requiere pulitura. En ese proceso, el muchacho puede perder uno o dos años, que en términos de espera para un futuro dentro de una empresa, no sería mucho, pero en el mundo de la «cruel realidad de la pelota», puede significar el envejecimiento que te aleje de la posibilidad de viajar a los Estados Unidos y probar suerte.

3- Normalmente, no son ellos quienes se mercadean. Alguien los observa, los aconseja y hasta los entrena. Este lo coloca en posición de ser visto por otro que podría lograr efectivamente que lo firmen. Si agrada y es firmado, perfecto. Si no agrada y debe demostrar más, tiene la obligación de hacer lo que se le requiera para lograr impresionar en «otra vuelta» a los cazadores de talento que a diario se pasean por los pueblos, academias y recodos en los que se juega pelota. Y nada de esto, previo a la firma, es gratis. La historia contempla muchísimos inescrupulosos que han manipulado sustancias prohibidas en la humanidad de quienes ponen su vida en riesgo para salir de la miseria. La historia registra innumerables estafas a estos jóvenes y sus familias, basadas en promesas y en terminologías jurídicas inentendibles para ellos. A fin de cuentas, ¿cómo desconfiar del compadre, que conoce a mi muchacho desde que nació?.

4- En muchos niveles de vida, como en el que se desarrollan estos personajes, la madurez es un arma de doble filo. Debes asumir, desde muy temprana edad, compromisos reservados para gente mayor. Debes cuidar de tu casa, tu madre, tus hermanos, porque la ayuda no existe. Tienes que colaborar más de lo normal, sencillamente para poder comer. Si eres el mayor, seguramente estarás en el grupo de los que tuvo que alargar un tanto la demostración de que podía jugar pelota, en aras de evitar morir de inanición. Y eso no es cuento. Eso es algo serio con lo que lidian millones de personas en los sectores pobres, no solo de Latinoamérica, sino del mundo.

Serían muchos los análisis que, en materia de entorno ambiental pudieran hacerse. Textos sociológicos de muchas páginas, ampliarían la visión horrenda del mundo que algunos tienen la mala suerte de conocer.

Y con esa gran carga en sus espaldas, deben tomar una decisión importante. Con ese peso en sus vidas, deben optar entre mentir o lograr la oportunidad de salir del hambre y construirle la casa a su mamá.

Fausto Carmona y Leo Núñez, seguramente pusieron en una balanza todas esas realidades y decidieron alterar la realidad. Y, pase lo que pase, les funcionó. Han ganado dinero y muy probablemente la casa de su madre ya esté construída.

Claramente y de manera categórica, no estoy haciendo apología de las circunstancias. No estoy de acuerdo con los fraudes ni jamás estaré apegado a la ilegalidad en ninguna de sus formas. Pero en la misma medida, jamás apoyaré el maltrato a los más débiles, ni la existencia del hambre y la extrema necesidad de todo. Ni con el desleal propósito de sacar ventaja y perjudicar a quien se encuentra «contra las cuerdas»en la vida. Eso es feo, sucio, deshonesto.

Tendría que profundizarse la búsqueda de las razones verdaderas que impulsan actos como este. Cabría preguntarse, como en las películas, ¿quién más se beneficia con esto?.

La responsabilidad no debe ser, por tanto, recostada en Carmona, Núñez y todos los que emplearon el mismo método para firmar a los 17 años, cuando en realidad ya eras un «anciano de 20».

Los «descubridores», que luego son «encubridores», tienen gran parte de la culpa. Un sistema que afirma que con 20 años ya es tarde para ser firmado, claramente se convierte en un propulsor de delitos de identidad. Felonías que seguirán existiendo, mientras entes necesitados de talento sigan abriendo sus puertas a lo que le «traigan ajustado a sus requerimientos». O vamos a creer que sólo los encargados de descubrir al pelotero y el pelotero propiamente dicho son los únicos en conocer el «secreto»… En esta era informática, tecnológica, en la que todo se sabe, esos secretos pasan a ser formalidades en las que » yo, como organización, sencillamente no me meto».

Como siempre digo, están en su derecho de disentir. Así pienso y jamás intento convencer a nadie. Ni a los que hacen chistes con esto, que, claramente va más allá de dos peloteros cambiándose los nombres. Eso, es lo de menos.

Falta mucho amigos, pero falta menos…

2 comentarios en “¿Es Carmona el único culpable?

  1. Excelente artículo!!! La MLB poco a poco ha vuelto un negocio, digamos «sucio», todo por el dinero. Espero que la MLB con Selig estén haciendo algo para esto. Sinceramente, los peloteros no tienen toda la culpa, ellos son las víctimas.

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